"Y si reía le daba la Luna."
Fito Páez
Hoy salió la Luna, hace tiempo que no lo hacía. Pienso que la Luna decide salir para iluminar a aquellos enamorados que escasean en la ciudad. Imagino que ellos la ven, la admiran y no están parados con la cabeza en alto –como yo.
No, ellos están echados. Tal vez en la playa, en el parque o en algún lugar secreto que solo ellos dos conocen. Lo más probable es que estén abrazados. Lo más probable es que la Luna sea una excusa perfecta para poder robarle un beso a ella, que observa la Luna casi sin pestañar. Se ha quedado hipnotizada por el misterio de su belleza.
Él ya no observa la Luna, la observa a ella. Su pelo largo que brilla imitando a la Luna, aunque para él es la Luna queriéndose parecer a ella. Observa sus labios perfectos que por momentos se mueven discretamente, como si quisieran decir algo.
Ella, con su vestido blanco, echada sobre su pecho, se parece a como la Luna sería si fuera mujer. Tal vez hasta más hermosa.
No podía no mirarla. Ella lo había hipnotizado con su belleza. No podía evitar imaginarse un futuro a su lado, una vida perfecta con su compañía. Ansiaba despertar a su lado cada mañana, abrir los ojos y verla dormir.
Se había perdido en el sueño de pasar la vida entera con ella, cuando sus labios dejaron de moverse discretamente y escuchó su voz. Como le encantaba cuando hablaba, cuando sus labios se movían y su voz cantaba cuentos, ideas y consejos que él necesita. Él la necesitaba.
Quería acercarse y robarle un beso, pero no quería interrumpirla. Quería acercarse y unir nuevamente sus labios con los de ella. La abrazó más fuerte para que ella adivinara sus intenciones.
Ella continuaba hablando sin dejar de observar la Luna. Relataba la historia de cómo se conocieron. Él guardaba un secreto de ese día.
No podía resistirse. El ambiente era el indicado para decirle lo que sentía, para robarle un beso a la luz de la Luna.
La interrumpió. Le confesó que era ella su sueño hecho realidad, la mujer perfecta para él y que lo supo desde el primer día en que sus ojos la vieron llegar.
Ella había dejado de ver la Luna, había cambiado la perfección de su luz por la perfección de sus palabras. Ahora era ella la que no podía dejar de mirarlo. Ahora era ella la que observaba sus labios.
Mientras ella había estado observando la Luna había pensado todo lo que ahora él le estaba diciendo. Sus ojos brillaron al darse cuenta que los dos sentían lo mismo.
Hoy salió la Luna, hace tiempo que no lo hacía. Pienso que la Luna decide salir para iluminar a aquellos enamorados que escasean en la ciudad. Probablemente sean muy pocos los que ésta noche se hicieron promesas entre besos.
O quizás la Luna decidió salir hoy para iluminar a una pareja en especial. A esas dos personas que se encuentran echadas observando la Luna. Ella sobre su pecho, entrelazados de piernas y prometiéndose entrelazar todo lo que exista por entrelazar.

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