
Como si estuviera escrito en el libro del destino,
apareciste en mi vida.
Volteaste y me miraste.
Y sin saber cómo ni por qué, ya no contralaba
mi cuerpo y lentamente éste se dirigió a ti.
Algo en ti llamó mi atención.
Fueron tus ojos tal vez. Fueron tus ojos.
Fue un encuentro de desconocidos, uno
muy fugaz.
Compartimos alguns risas y luego cada uno siguió
su camino.
Pero nos volvimos a encontrar, o más bien, te
fui a buscar.
Y este libro ya lo tenía todo escrito, pues
nos juntó de una manera muy inusual.
De ahí todo se volvió un poco complicado,
todo por mi cobardía.
Y la verdad no puedo explicar por qué a veces
te trataba tan mal.
Y aunque después de tiempo te lo intenté explicar,
te di vagas excusas y creo que no entendiste igual.
Pero perdí el tiempo en tonterías ya que no sabía que
te irías a ese país que yo no conocía, a ese país
donde tu vivías.
Y aunque nos dimos un beso bajo la lluvia, no
sirvió para prolongar tu estadía.
Fue un día de Noviembre que dejamos de ser
dos completos extraños. Fue el último día de mi
vida como la conocía.