lunes, 21 de octubre de 2019

Pesadillas

Cada vez que duermo boca arriba, 
tengo una pesadilla. 

Por ejemplo, 
la otra noche soñé que me peleaba con mi padre. 

Nos encontrábamos sentados en la mesa junto a mi hermano y mi madre; ambos me juzgaban por la actitud que había tenido hacia él. Mi padre, ofendido, miraba hacia el horizonte buscando la fuerza necesaria para aguantar el dolor frente a mi actitud, fingiendo duramente que mis palabras no le afectaban. Yo, vulnerada por las miradas cortantes de mi familia y desentendida totalmente de la situación, miraba perpleja la imagen que comenzaba a dibujarse frente a mi. Huí, pues es lo mejor que sé hacer. No me sentía cómoda frente a la energía que cada ser de la mesa emanaba en contra mía luego de haber dicho: "Toma el cuchillo, córtatelo tú mismo." Refiriéndome al pan que mi padre tenía frente a él. 

¿Quién iba a imaginar que aquellas palabras ocasionarían semejante escenario? 

Ingresé al edificio y subí al ascensor. Presioné el botón que me dirigía hacia el último piso. Mientras ascendía hacia al que pareciera ser mi departamento, notaba que las paredes eran transparentes y podía observar cada piso. Reconocía algunas habitaciones, oficinas y situaciones de sueños pasados que alguna noche hubiera tenido y que hoy ya no recuerdo. 
Al pasar el sexto piso, la imagen de una persona apareció sobre la puerta, quien rápidamente (teniendo en cuenta la velocidad en la cual se mueve un ascensor) se arrastraba hacia mi en cuatro patas. Sin haber podido llegar a reconocer quién o qué era, desperté en mi cama de un sobresalto. Mi corazón latía como si por primera vez hubiéramos cruzado miradas. 

Habían pasado tan solo veinte minutos desde que había cerrado los ojos aquella noche. Y es que cada vez que duermo boca arriba, tengo pesadillas. 


13 de Noviembre 2018 - 10:06pm