Quiero quitarme los zapatos y caminar descalza. Sentir el frío del suelo, de la tierra, de la arena. Caminar descalza por la orilla del mar y sentir el frío del agua cuando toque mis pies. Sentir ese frío para sentir que vivo, que existo, que soy, que vengo y que doy; y que también recibo, que tengo y no, que quiero y amo, que es correspondido y no.
Caminar así, para sentirme libre. Sin ataduras ni dependencias. Libre y real. Y en esa libre realidad encontrar la felicidad. Y en esa real libertad aprender a amar.
Solos nos conocemos mejor. Solos entendemos mejor lo que nos quiere decir nuestro interior. Solos caminamos descalzos por la orilla del mar, en la oscuridad.
Y así, solos, aprendemos el verdadero significado de las palabras.
Pues al terminar de caminar, recostada en la fría arena observando el estrellado cielo negro, puedo reflexionar con tranquilidad. Y lo que las estrellas me dicen es que el amar no es un simple tomar de las manos. No es un beso ni un abrazo y menos un “te amo”.
El amar es sacrificio, comprensión, respeto, cariño, responsabilidad, seguridad, sinceridad. Es un tomar de manos que se explica con el compromiso. Es cuándo, dónde, cómo, por qué y con qué intensidad me besas. Es cuándo, dónde, cómo, por qué y con qué intensidad me abrazas. Es la sinceridad de tus palabras que se demuestran con acciones. Es la coherencia que hay entre ambas
Quiero quitarme los zapatos y caminar descalza. Puede ser contigo o puede ser sin ti.
